jueves, 31 de marzo de 2016

Zarrapastroso español

Artículo publicado hoy en surdecordoba.com:

Se presumía una rueda de prensa normal en apariencia. Habitual y periódica. Pero una palabra propició una cobertura informativa imprevista, en principio. Luego, como suele ocurrir con esto de la Cultura (perdóneseme el empleo de la mayúscula en España), superada la sorpresa inicial, manos a la cabeza y santoral mentado, minuto televisivo y hueco en prensa, el olvido se apoderó de la noticia y se optó por solventar el bochorno corriendo un tupido velo, con la hipócrita complicidad general, o, peor aún, volviéndonos a tomar por gilipollas. O creyendo que lo somos tanto como quien lo pretende. La palabra, por cierto, era zarrapastroso...

miércoles, 23 de marzo de 2016

Agenda de abril de Naufragio

La Asociación Cultural Naufragio publica su agenda del mes de abril. En ella se informa ya de la presentación de Ni piedad ni perdón.

sábado, 12 de marzo de 2016

Presentación de "Ni piedad ni perdón"

El viernes 8 de abril a las 21.15, en el Círculo Lucentino (C/ Julio Romero de Torres, Lucena), tendrá lugar la presentación de Ni piedad ni perdón. Artículos 2011-2016, mi nuevo libro. Recopilación de cuarenta y dos artículos de los publicados en los periódicos digitales Lucenadigital.com y Surdecordoba.com.
 
Organiza el acto la Asociación Cultural Naufragio. Junto a mí, intervendrán Sensi Budia, Directora Ejecutiva de Naufragio; José Gálvez, de Lucenadigital.com; Juan Delgado, de Surdecordoba.com; y Manuel Guerrero, autor del prólogo.
 

 
A la venta durante el acto de presentación. Y, próximamente, también en librerías de Lucena.

jueves, 10 de marzo de 2016

Tras las elecciones

No hay procedimiento más censurable que los acuerdos o pactos postelectorales de gobierno. Me parece estupendo que el partido en el Gobierno y con mayoría en el Legislativo alcance acuerdos puntuales en asuntos concretos con otros partidos —si precisa mayoría absoluta su aprobación, por ejemplo—; serviría, de paso, para valorar la vocación de servicio del partido con el cual negociar o su reacción automática a oponerse, cuando el asunto se vislumbrase lógico y razonable. Pero lo que me parece inaceptable es que partidos que se lanzan durante toda la campaña —y precampaña— electoral desprecios, hostigamientos, infamias, desconsideraciones y hasta, si les place, calumnias; partidos que se niegan unos a otros más veces que San Pedro a Jesucristo, se alíen, pasado el trámite, con el objetivo de arrebatar el control del Legislativo y Ejecutivo al vencedor con mayoría simple.

¿Podrán?

He aquí la cuestión. Hace casi tres años escribí para esta casa un artículo intitulado «Batalla perdida». En él me lamentaba de que los movimientos populares surgidos en 2011 se hubieran quedado en el grito de indignación, sin galvanizar en un partido, coalición o agrupación que, concurriendo a unas elecciones, penetrara en el Legislativo, cambiando la legalidad vigente. Y no me quedaba ahí. Profundizaba en la necesidad de obrar con la honestidad de prestar un servicio público, sin influencias ni intereses, de hacer lo que se debía hacer, de hacer lo correcto. De propugnar una serie de principios y valores por encima de todo, con objetividad, y actuar en consecuencia. Después, alcanzado el fin de depurar el sistema de gobierno —que no la forma política—, de haber restituido la credibilidad institucional y la dignidad a una sociedad entendida como conjunto de seres humanos y no de cifras cosificadas con las cuales poder jugar gratuitamente; después, comentaba, tocaría largarse, evitando una perpetuación prescindible.