domingo, 26 de octubre de 2014

El Estatuto Real de 1834


1.  Apuntes históricos.
 
El príncipe salió rana, por ello, cuando el 29 de septiembre de 1833 se anunció el fallecimiento de Fernando VII, hubo quien se alegró. O, al menos, respiró aliviado. No fue un buen rey. Ni estuvo a la altura del pueblo que luchó por él y por la nación. Fue decepcionante. Tardó muy poco en derogar la Constitución de 1812, restituyendo sus plenos poderes absolutistas. La aceptó el breve tiempo durante el cual se vio obligado a hacerlo. A regañadientes, por conservar una Corona que otros portaron con mayor dignidad.

jueves, 23 de octubre de 2014

Arroba a traición

No ignoro la evidente existencia del maltrato y la discriminación hacia la mujer. Son dignos de condena y castigo. Desde mi perspectiva, la equiparación de la mujer en conocimientos y aptitudes a los hombres da fe de su valía. Es decir, ellas alcanzaron en cincuenta años lo que nosotros tardamos siglos. Y nos superan. Sin embargo, todo esto no justifica determinadas políticas absurdas, planteamientos demagógicos y juicios fanáticos lanzados por los mastuerzos que los proponen y los ignaros que los secundan.

Batalla perdida

Se cumple un año de la reacción social conocida como «15-M», y es un buen momento para hacer balance. Asumo que cada cual tendrá su opinión, su propio balance, pero aquí el firmante dejará el suyo, como es natural, desde la parcialidad que caracteriza todo proceso subjetivo de reflexión.

domingo, 5 de octubre de 2014

Historismo constitucional (XII)

Artículo publicado en surdecordoba.com:

Vamos a ver, España ya sólo era España. En singular. Los plurales habían quedado para los libros de Historia y las tertulias en cafés (cuando no había tele que enmerdara las tertulias con fulanos sabelotodo). Y en la España donde ya se ponía el sol, no fue un mal rey Alfonso XIII. Ni fue mal reinado el suyo...

miércoles, 1 de octubre de 2014

Un maestro para un lector

Artículo publicado hoy en lucenadigital.com:

No todo el mundo nace con vocación lectora. Y, en ocasiones, el lector se hace. No me refiero a una lectura por afición, a modo de tendencia ociosa con vistas a cubrir breves periodos del día, o de la semana, o del mes, o del año; ni a una fórmula banal para conciliar el sueño con facilidad. Me refiero a una lectura por necesidad. A una necesidad de leer para poder seguir viviendo, como se necesita comer o respirar. Y para encarar la vida con lucidez, ayudar a comprender el porqué...