sábado, 28 de junio de 2014

Nos toman por imbéciles (viejo artículo)

Así es. Señora, caballero. A usted y a mí. Y a nuestro vecino, o vecina —cuidado, no nos olvidemos—, también. Con sus caras sonrientes, informáticamente retocadas. Cada cierto tiempo nos piden el voto, con mucho tacto, respeto y amabilidad. Menuda desfachatez. Este año se dará el caso, repitiéndose el próximo. Y podrá reconocerlos con facilidad. Son los mismos que, por incompetencia, mediocridad u obcecación, por hipocresía, mezquindad o cobardía, no han sabido, no han podido o, simplemente, no han querido evitar una situación de crisis social y económica. Ni gestionarla eficaz y eficientemente, después. Conduciendo a tres generaciones —sin contar las posteriores— a la ruina, la desesperación, la desconfianza y la incredulidad.

Legítima limitación (viejo artículo)

Siempre he tenido la convicción de que las personas elegidas por los ciudadanos —en sufragio universal, libre, directo, igual y secreto— para un cargo en las instituciones del Estado, han de quedar sujetas a la condición de una limitación temporal en el mismo, sin posibilidad de reelección; de semejante modo sus provenientes. Nadie es imprescindible en estos puestos. Y es que, la ausencia de tal límite, convierte en profesión aquello que debiera ser servicio público.

domingo, 15 de junio de 2014

"Sanjorgistas y Aracelitanos" en Garganta sin arena

El proyecto Garganta sin arena de la Asociación Cultural Naufragio publica un fragmento de mi novela Episodios lucentinos I. Sanjorgistas y Aracelitanos. El segundo ya, acompañado de un cuidado montaje, tanto musical como gráfico.
 
 
 
El primer fragmento se publicó hace poco más de un año, con otro excelente montaje.
 
 



lunes, 2 de junio de 2014

De trabajadores asalariados (artículo)

Artículo publicado en lucenadigital.com:

No sería capaz de discernir si el comentario fue producto de ciertas dotes premonitorias, de una reflexión basada en la experiencia, de ser un afortunado receptor de información privilegiada o de echarle mucha caradura. El caso es que, cuando Gerardo Díaz Ferrán lanzó hace un tiempo aquello de que para salir de la crisis había que trabajar más y ganar menos (máxima, por cierto, que presidía su filosofía, pues ya la hizo suya al reconocerse oficialmente la situación de crisis económica en España —hasta el momento nos hallábamos ante una «desaceleración»—, para insistir en ella después), todo el país le recriminó la fea expresión propia de un retrógrado patrono explotador del humilde proletario. Tampoco podría discernir si fue ésta la causa de las críticas a la declaración del, a la sazón, presidente de los empresarios, o si se debió al absurdo recelo del español a la sinceridad, o si habría que rebajarse a la tendencia supersticiosa del hombre modesto...