sábado, 20 de diciembre de 2014

La dama del metro

Nuestros caminos se cruzaron en Madrid, esperando la llegada del metro. Ella se acercó a la parada con paso lento, mirada ausente y ojos rojos de haber llorado. Triste y apesadumbrada. Era delgada, treinta y tantos, tez pálida, pelo castaño y liso, cortado a la altura de los hombros. Andaba con la cabeza gacha, la mano apoyada en el vientre, acompañada por su marido, quien la rodeaba con su brazo sobre los hombros, portando una pequeña bolsa de viaje. Por cómo acariciaba su vientre, deduje que habría perdido su feto o le habrían anunciado que no podría concebir hijos. Me decanté por lo primero, al observar, respetuosamente, cómo no pudo contener unas lágrimas al ver pasar ante ella a una mujer embarazada.

El IV Reich

En varias ocasiones he hablado —o escrito— sobre nuestra idiosincrasia, sea española en general o lucenesa en particular. Normalmente para criticarla… Vale… De acuerdo… Siempre para criticarla, para destacar sus aspectos negativos. Esa raíz carpetovetónica tan propia y distintiva, aquella que lucimos con negligente orgullo o manifestamos con inevitable impulso genético. Pero, en este juego de perfiles, maneras, conductas, costumbres e identidades, participa toda la humanidad. Por ello, le llegó el turno a Alemania.

Senatus populusque Hispanus

Con ocasión de las últimas Elecciones Generales, una prima mía me preguntó qué carajo era eso del «Senado» (lo de «carajo» es de mi cosecha, ella no suelta vulgaridades), porque no lo entendía muy bien. Al momento caí en la cuenta de que en mi artículo «Simpáticas gilipolleces» me había comprometido a comentar algo sobre el particular, considerándolo —perdón por citarme— como una de aquellas «creaciones humanas a través de las cuales será de una facilidad pasmosa apreciar hasta dónde es capaz de llegar la tontería, entendiéndose ésta por su alto grado de inutilidad y por el notable desperdicio de ingenio, talento, manufacturación y tiempo».

De espías y espionaje

Siempre me he sentido atraído por el mundo del espionaje. Un mundo enigmático y fascinante, plagado de intrigas y secretos, retorcidos complots, sutiles disimulos y situaciones límite en las cuales el destino de naciones depende de la pericia de un puñado de hombres, quienes exponen su vida al servicio de un ideal superior, de una lealtad inquebrantable, en la mayoría de las ocasiones, mientras el resto de la humanidad continúa a lo suyo, ajena al marrón que se está cociendo delante de sus narices.

martes, 2 de diciembre de 2014

Adiós, bicentenario

Artículo publicado hoy en lucenadigital.com:

Ya me olía que esto terminaría como ha terminado. O va a terminar. Entramos en el mes de diciembre de 2014, el bicentenario está a punto de cerrarse y, salvo contados hechos locales, en seis años no se ha organizado ninguna celebración a nivel nacional conmemorando la Guerra de la Independencia. El que pudiera ser el mayor acontecimiento histórico de unidad entre todos los pueblos, o como queramos llamarlos, que conforman esta tierra denominada —según aseveran— España ha pasado sin pena ni gloria, subyugado por una apática indiferencia, preocupantemente vergonzante… Y preocupante, o sea, no significa sorprendente...

lunes, 1 de diciembre de 2014

Historismo constitucional (XIV)

Artículo publicado en surdecordoba.com:

Más tarde, cuando el paroxismo lacrimal hubo pasado y el cuerpo se descomponía al amparo de una gigantesca cruz cristiana, se le conoció como Paquito Pantanos, o Paquito Patas Cortas, o Paquito, a secas. Pero por entonces era el Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde...


sábado, 29 de noviembre de 2014

Con la sombra de Richelieu

Cada vez que finalizo el último volumen de la trilogía de los mosqueteros —el quinto de mi colección— lo hago con una amarga sensación de tristeza; cierta congoja que me oprime la garganta, me reseca el paladar y me aguijonea la yema de los dedos, allí donde las hojas de buen papel marcaron el paso del relato. La historia de cuatro hombres obligados por unos particulares principios insobornables e impulsados por una amistad indestructible. La historia de cuatro amigos, condicionada por el curso de la tragedia, la misma que protagonizaría sus propios desenlaces; pero también por los laureles de la gloria, hasta el punto de ser conocidos como los «cuatro famosos»: «Porque, en efecto, aquellos cuatro hombres, D’Artagnan, Athos, Porthos y Aramis, eran venerados por cuantos llevaban espada, como en la antigüedad fueron venerados los nombres de Hércules, Teseo, Cástor y Pólux».

Desde Asia con amor

Tendemos a identificar el cine asiático con el kung-fu —«mi kung-fu es mejor que tu kung-fu»—, con Jackie Chan, con el manga, con el anime o con el plúmbeo de Akira Kurosawa, que ya hay que estar aburrido para tragarse las dos horas y media de Ran. Asia nos ofrece, empero, sorprendentes y variadas posibilidades, en cuanto al séptimo arte se refiere.

martes, 4 de noviembre de 2014

Taller de narrativa (segunda edición)

Por segundo año se celebrará el taller de narrativa, impartido por mi persona, cuya inscripción está ya abierta en la Casa de la Juventud (Paseo del Coso, Lucena).


Podrá hacerlo toda persona que lo desee, a partir de los 16 años. Serán de nuevo 8 sesiones a celebrar los días 21 y 28 de noviembre, 12 y 19 de diciembre y 9, 16, 23 y 30 de enero. En horario de viernes, de 18.30 a 20.00. Las plazas serán limitadas, así que, de existir excedente, lo cual supondría una aceptación importante de este taller, se procederá por orden de inscripción.
 
Mostraremos los instrumentos narrativos necesarios para la destreza, observaremos a los clásicos, leeremos, tocaremos los subgéneros epistolar y del artículo, y, conmemorando el cuadringentésimo aniversario de la publicación de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, daremos unas breves, aunque especiales, pinceladas (contra el principio cardinal del taller) a la figura de Miguel de Cervantes y a esta obra, que, junto con El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, es trascendental para comprender la novela actual.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Vegasluc

Artículo publicado en lucenadigital.com:

Camino con paso vacilante y defensivo, zigzagueando entre los angostos espacios habilitados para la circulación peatonal en las numerosas calles sometidas a un plan de obra postmodernista. En ocasiones, el paseo se torna en un chabacano juego del laberinto, donde dudas si girar a derecha o izquierda, o bien seguir recto o volver al inicio, con tal de alcanzar al fin la salida, casi siempre para adentrarte en un nuevo entresijo laberíntico de maquinaria, vallado, bache y piedra. El paso también es circunspecto, manso, como si caminase con los pies desnudos sobre cristales triturados, previniendo reducir en vano la suciedad polvorienta en el calzado y la pernera del pantalón...

domingo, 2 de noviembre de 2014

Historismo constitucional (XIII)

Artículo publicado en surdecordoba.com:

Pero lo primero es lo primero, ya le tocará el turno a Franco más adelante. Ahora el Historismo está obligado a declamar sobre la Constitución de 1931...

domingo, 26 de octubre de 2014

El Estatuto Real de 1834


1.  Apuntes históricos.
 
El príncipe salió rana, por ello, cuando el 29 de septiembre de 1833 se anunció el fallecimiento de Fernando VII, hubo quien se alegró. O, al menos, respiró aliviado. No fue un buen rey. Ni estuvo a la altura del pueblo que luchó por él y por la nación. Fue decepcionante. Tardó muy poco en derogar la Constitución de 1812, restituyendo sus plenos poderes absolutistas. La aceptó el breve tiempo durante el cual se vio obligado a hacerlo. A regañadientes, por conservar una Corona que otros portaron con mayor dignidad.

jueves, 23 de octubre de 2014

Arroba a traición

No ignoro la evidente existencia del maltrato y la discriminación hacia la mujer. Son dignos de condena y castigo. Desde mi perspectiva, la equiparación de la mujer en conocimientos y aptitudes a los hombres da fe de su valía. Es decir, ellas alcanzaron en cincuenta años lo que nosotros tardamos siglos. Y nos superan. Sin embargo, todo esto no justifica determinadas políticas absurdas, planteamientos demagógicos y juicios fanáticos lanzados por los mastuerzos que los proponen y los ignaros que los secundan.

Batalla perdida

Se cumple un año de la reacción social conocida como «15-M», y es un buen momento para hacer balance. Asumo que cada cual tendrá su opinión, su propio balance, pero aquí el firmante dejará el suyo, como es natural, desde la parcialidad que caracteriza todo proceso subjetivo de reflexión.

domingo, 5 de octubre de 2014

Historismo constitucional (XII)

Artículo publicado en surdecordoba.com:

Vamos a ver, España ya sólo era España. En singular. Los plurales habían quedado para los libros de Historia y las tertulias en cafés (cuando no había tele que enmerdara las tertulias con fulanos sabelotodo). Y en la España donde ya se ponía el sol, no fue un mal rey Alfonso XIII. Ni fue mal reinado el suyo...

miércoles, 1 de octubre de 2014

Un maestro para un lector

Artículo publicado hoy en lucenadigital.com:

No todo el mundo nace con vocación lectora. Y, en ocasiones, el lector se hace. No me refiero a una lectura por afición, a modo de tendencia ociosa con vistas a cubrir breves periodos del día, o de la semana, o del mes, o del año; ni a una fórmula banal para conciliar el sueño con facilidad. Me refiero a una lectura por necesidad. A una necesidad de leer para poder seguir viviendo, como se necesita comer o respirar. Y para encarar la vida con lucidez, ayudar a comprender el porqué...

domingo, 21 de septiembre de 2014

175 años después de Larra


Este mes de febrero es el centésimo septuagésimo quinto aniversario de la muerte de don Mariano José de Larra. Se suicidó, cansado de la vida, de un amor no correspondido y de una España decepcionante… Porque vivir en aquella España sin el amor verdadero, sencillamente, no merecía la pena. Y es que tan importante como la vida y obra de Larra es su muerte. Más concretamente, el porqué de la misma.

13 hombres de honor


Aunque en realidad eran doce. Me explico. Acabo de ver 13 asesinos, la película japonesa dirigida por Takashi Miike, versión de 2010 de la homónima de Eichi Kudo de 1963. Está ambientada en el Japón feudal del siglo XIX, cuando, como ya ocurriera en Europa, los señores eran los amos de tierras, producción y vidas, las cuales disponían a su capricho. Situación más o menos llevadera, si el señor feudal era honrado y digno. Tornándose en un infierno, sin embargo, si resultaba ser un deleznable sanguinario sin escrúpulos ni piedad, como es el caso de la película. Por su título se deduce.

martes, 2 de septiembre de 2014

Historismo constitucional (XI)

Artículo publicado hoy en surdecordoba.com:

Entre que sí entre que no, Francisco Serrano se acomodó como Presidente de una República de concentración y, esperando a ver qué forma de gobierno nos cuadraba entonces, reinstauró la Constitución de 1869. Un texto que declaraba la Monarquía como poder constituido regía en una República sometida a una Dictadura. De locos. Fabricado en España, con certificado de calidad garantizado...

lunes, 1 de septiembre de 2014

Jefatura del Estado

Nuevo artículo publicado hoy en lucenadigital.com:

La primavera concluyó con un acontecimiento histórico para nuestra generación. La proclamación de un nuevo Rey no es algo que se vea todos los días. Su escasa frecuencia condiciona la atención extraordinaria. Es como la elección de un Papa, la caída de un imperio o el reconocimiento de sus errores por parte de un político. Y, al margen de la pompa protocolaria, emociona ser testigo de un hecho que quedará grabado para los anales, e impreso para ser estudiado por nuestros descendientes...

viernes, 22 de agosto de 2014

La Constitución de 1812

1. Apuntes históricos.

No era una un momento fácil para legislar. El pueblo de Madrid se alzó contra el invasor francés justo el día en el cual Carlos IV abdicó la Corona de España en favor de Napoleón. Se inició así la Guerra de la Independencia, que, para muchos, no fue una auténtica revolución. Es más, escribiría Antonio Alcalá Galiano en «Índole de la Revolución de España en 1808» que «… cotejados los sucesos de Francia a fines del siglo próximo pasado con los de España durante el período llamado de la Guerra de la Independencia, parecen los segundos chicos y poco dignos del título de revolución, apropiado solamente a la grandeza de los primeros. Por eso, muchas personas consideran y declaran impropio modo de expresarse el llamar revolución a la resistencia hecha por el pueblo español al poder francés, […]. “Nosotros no estamos en revolución; nos han revuelto”, exclamó en las Cortes de 1810 un diputado muy opuesto a las reformas emprendidas entonces».

viernes, 15 de agosto de 2014

Revista Saigón nº 22

Ya disponible la lectura de la revista en ISSUU. Mi aportación en este número es el artículo "La Constitución de 1837".

sábado, 2 de agosto de 2014

Historismo constitucional (X) (artículo)

Artículo publicado hoy en surdecordoba.com


A Pepe,
porque nuestro mejor homenaje es proseguir su obra.
 
Eso fue una subasta. Hay veces en las que a uno no le apetece siquiera sacar el carné, con tal de no recordar la tierra donde nació. No voy a poder yo, con mi limitada prosa y mi condenable sintaxis, perfeccionar las variadas sátiras que, a través de textos e ilustraciones, caricaturizaron el episodio. La nefasta y ridícula situación en la cual lo subastado no era una calesa incautada en una redada contra el tráfico de opio, sino nada más y nada menos que la Corona de las Españas. Si es que esto llegaba a significar realmente algo...

La más larga (artículo)

Artículo publicado en lucenadigital.com:

Cuando tecleo estas palabras, supongo que el gobierno de la Generalidad de Cataluña y los acólitos se mantendrán en sus trece con celebrar la consulta independentista. Francamente, estoy deseoso por ver si cumplen. Si tienen arrestos de enfrentarse a un resultado incierto y a un porcentaje de participación enigmático...

sábado, 26 de julio de 2014

De cine clásico (reflexión cinematográfica)

Pues cada cual puede tener la definición de cine clásico que le plazca. Por lo general, es cine clásico toda producción estrenada hasta el año 1975. No me parece mala definición per se. Lo que ocurre es que parece más una definición que tiende a establecer una delimitación temporal antes que significar un género. Sería como aquellas Edades de la Historia que aprendimos en el colegio. Las obras cinematográficas desde sus comienzos hasta el año 1975 conformarían el cine clásico; hasta 1995, moderno; y hasta la actualidad, contemporáneo. O algo así, más o menos. Entonces, catalogaríamos como clásicas aportaciones magistrales como El Padrino, Parte I y II, Ciudadano Kane, El hombre elefante, Con la muerte en los talones, La ventana indiscreta, Gilda, La huella (1972), El bueno, el feo y el malo, El hombre tranquilo, Hasta que llegó su hora, 12 hombres sin piedad, Testigo de cargo, El gran dictador, El golpe, y un largo etcétera; corriendo el riesgo de incluir, con definición tan berroqueña, bodrios de dimensiones superlativas, que los hubo.

Un naufragio de cine (viejo artículo)

Me encontraba, pues, esta mañana leyendo “Loco afán”, el nuevo poemario de mi amigo y compañero articulista Manuel Guerrero, cuando caí en la cuenta de que no había hablado por aquí del ciclo de cine organizado por la Asociación Cultural “Naufragio”, el cual viene desarrollándose desde octubre, para culminar en enero. Y usted se preguntará, claro, a qué demonios viene tamaña relación de ideas y confusión de artes. Comprenderá, si le descubro —o le recuerdo— que Manolo es el Director Ejecutivo de la mencionada asociación. Dilucidado el asunto, sigo. Explotando en mi memoria el desliz, decía, aprovecho un descanso en mi apasionante lectura y atiendo a las palabras de poeta, quien versifica: «¿Por qué no escribes?».

Viejas amistades (y II) (viejo artículo)

En la calle, Ramona asegura los cierres del establecimiento, mientras sostengo a Tito con firmeza. Al concluir, ella amaga con devolverme la chaqueta —aún la lleva sobre sus hombros—, inmediatamente declino la restitución. El fresco es incómodo, e insisto en que la conserve puesta. Entonces, me mira con esos ojos color miel, de esa forma tan peculiar que solo saben hacerlo las mujeres en esos momentos en los cuales no necesitan hablar, ni quieren hacerlo; en los que debes interpretar y puedes hacerlo porque con una mirada lo dicen todo. Todo lo que desean o lo que desdeñan. Todo lo que anhelan o lo que exasperan. Todo lo que aman o lo que odian. En este momento, la de Ramona, es una mirada de interés, una invitación directa a compartir el resto de la noche.

sábado, 19 de julio de 2014

Viejas amistades (I) (viejo artículo)

Hace ya muchos años aprendí, como suelen aprenderse estas cosas, que a un amigo no se le puede cambian, ni juzgar. Es admisible la reconvención, el consejo y la discrepancia, por supuesto; pero no más. A partir de ahí, no queda sino apechugar, permanecer a su lado y colaborar, en lo posible, en el desquite. Venga de quien venga. Y de donde venga. A unas malas siempre se dispone la opción del abandono. Aunque, en estos casos, habrá que entender que nunca existió amistad alguna. Que las experiencias tan solo serían apariencias distorsionadas de la realidad. A los amigos hay que aceptarlos tal como llegan, sea por elección, casualidad o suerte —o desgracia—. No vale aquello de que cada palo aguante su vela, y maricón el último, o sea. Lo bueno es que, pasado el tiempo, el alto grado de conocimiento deja al margen la posibilidad del imprevisto. Si bien, todo tiene sus reglas, sus normas. Y, conforme a tales, sus límites y excepciones. Tampoco es cuestión —no vayamos a sacar las cosas de quicio— de llegar al extremo de la niñería y la estupidez.

Simpáticas gilipolleces (viejo artículo)

Se me permitirá en este artículo recopilar un número determinado de creaciones humanas a través de las cuales será de una facilidad pasmosa apreciar hasta dónde es capaz de llegar la tontería, entendiéndose ésta por su alto grado de inutilidad y por el notable desperdicio de ingenio, talento, manufacturación y tiempo. Porque la invención humana, en ocasiones, se ha visto sobrepasada por una gilipollez innata a nuestra especie, que nos ha conducido a confundir la ineficiencia con la creatividad. Aunque, pudiendo ser relegadas sin excesivo riesgo al género de lo prescindible, no por ello dejan de provocar una amable sonrisa. Pero me dejo ya de prolegómenos y paso al listado.

martes, 1 de julio de 2014

La Oficina Pro Cautivos (artículo)

Artículo publicado hoy en lucenadigital.com:

El español de bien no es dado a alabar gestas patrias. Quizá porque, de natural rencoroso y envidioso, se siente incómodo entre algarabías por laureles ajenos. Por eso, quisiera teclear unas palabras en homenaje a una hazaña memorable, en el centenario de la Primera Guerra Mundial, previendo el posible olvido...


 

sábado, 28 de junio de 2014

Nos toman por imbéciles (viejo artículo)

Así es. Señora, caballero. A usted y a mí. Y a nuestro vecino, o vecina —cuidado, no nos olvidemos—, también. Con sus caras sonrientes, informáticamente retocadas. Cada cierto tiempo nos piden el voto, con mucho tacto, respeto y amabilidad. Menuda desfachatez. Este año se dará el caso, repitiéndose el próximo. Y podrá reconocerlos con facilidad. Son los mismos que, por incompetencia, mediocridad u obcecación, por hipocresía, mezquindad o cobardía, no han sabido, no han podido o, simplemente, no han querido evitar una situación de crisis social y económica. Ni gestionarla eficaz y eficientemente, después. Conduciendo a tres generaciones —sin contar las posteriores— a la ruina, la desesperación, la desconfianza y la incredulidad.

Legítima limitación (viejo artículo)

Siempre he tenido la convicción de que las personas elegidas por los ciudadanos —en sufragio universal, libre, directo, igual y secreto— para un cargo en las instituciones del Estado, han de quedar sujetas a la condición de una limitación temporal en el mismo, sin posibilidad de reelección; de semejante modo sus provenientes. Nadie es imprescindible en estos puestos. Y es que, la ausencia de tal límite, convierte en profesión aquello que debiera ser servicio público.

domingo, 15 de junio de 2014

"Sanjorgistas y Aracelitanos" en Garganta sin arena

El proyecto Garganta sin arena de la Asociación Cultural Naufragio publica un fragmento de mi novela Episodios lucentinos I. Sanjorgistas y Aracelitanos. El segundo ya, acompañado de un cuidado montaje, tanto musical como gráfico.
 
 
 
El primer fragmento se publicó hace poco más de un año, con otro excelente montaje.
 
 



lunes, 2 de junio de 2014

De trabajadores asalariados (artículo)

Artículo publicado en lucenadigital.com:

No sería capaz de discernir si el comentario fue producto de ciertas dotes premonitorias, de una reflexión basada en la experiencia, de ser un afortunado receptor de información privilegiada o de echarle mucha caradura. El caso es que, cuando Gerardo Díaz Ferrán lanzó hace un tiempo aquello de que para salir de la crisis había que trabajar más y ganar menos (máxima, por cierto, que presidía su filosofía, pues ya la hizo suya al reconocerse oficialmente la situación de crisis económica en España —hasta el momento nos hallábamos ante una «desaceleración»—, para insistir en ella después), todo el país le recriminó la fea expresión propia de un retrógrado patrono explotador del humilde proletario. Tampoco podría discernir si fue ésta la causa de las críticas a la declaración del, a la sazón, presidente de los empresarios, o si se debió al absurdo recelo del español a la sinceridad, o si habría que rebajarse a la tendencia supersticiosa del hombre modesto...


lunes, 26 de mayo de 2014

Tornatore, un pianista y el océano (reflexión cinematográfica)

Cuando en 1988, con apenas treinta y dos años, Giuseppe Tornatore estrenó Cinema Paradiso, ganando, entre otros, Globo de Oro y Oscar, pareció que ya no necesitaba demostrar nada más. De hecho, sus posteriores trabajos fueron acogidos por crítica y público con desigual interés, pese a seguir cosechando reconocimientos y premios nacionales e internacionales. Lo que ocurre es que, cuando alguien alcanza la maestría a una tierna edad, pues se ha nacido genio, no es posible continuar agigantando las capacidades, porque por encima del maestro ya no hay nada. Sólo es posible aspirar a la dignidad, a que la obra no quede tan infinitamente alejada de la referencia que resulte ridícula, impropia de las virtudes dotadas.

Navidades en agosto (viejo artículo)

Primer domingo de noviembre. Hace un año. Ronda la una de la tarde. Estoy tirado en el sillón de mi casa, viendo un partido de la NBA que grabé la madrugada del sábado. Pau le endosa un tapón a uno de Toronto. Ring, ring. Llaman al teléfono. Ring, ring. Al fijo, no al móvil. Hay que joderse, pero un domingo a esas horas sólo puede ser un familiar o un amigo. De este modo, congelo la imagen, me incorporo y me acerco al aparato. Ring, ring. Consulto el número de la llamada entrante. Prefijo de Barcelona. Cataluña. España, todavía. Conste que nunca descuelgo ante llamadas de fuera de la provincia, porque en el noventa y nueve coma noventa y nueve por ciento de los casos es para venderme algo, invitarme a cambiar de compañía u ofrecerme un seguro de vida. Para dar por culo, vamos. Sin embargo, estos llaman los días entre semana, a la hora de la siesta o de la cena, cuando más fastidia, predisponiéndonos a interrumpir la conversación sin respetar las mínimas normas de cortesía que rigen las buenas costumbres en una sociedad civilizada. Por descarte, sólo resta un error. Por tanto, dispuesto a corregir al llamante, descuelgo el teléfono. «¿Dígame?», pregunto. Al otro lado me responde una voz suave, de mujer. «Buenas tardes. Mi nombre es Maribel», me dice, aunque bien podía llamarse Antonia o Juana, porque el nombre no lo recuerdo. «Estamos realizando una encuesta sobre hábitos de consumo en Navidad, ¿le importaría responderme a unas preguntas? Serán un par de minutos», concluye en tono conciliador, procurando convencerme. Cojones, ya hasta en domingo. Mi proceder ordinario en estos casos consta de dos elementos: disculparme y colgar. Sin embargo, desconozco la razón, a veces obramos con ausencia de toda lógica, contesto sí.

La libertad y la periodista (viejo artículo)


Asisto con comedido interés y manifiesta desconfianza a los distintos movimientos de sedición que se están desarrollando en los países al sur del Mediterráneo durante las últimas semanas. A pesar de que hoy exigen democracia y libertad, condenando la represión, las ventajas mercantiles y la contención del radicalismo islámico han sido razones suficientes para que Europa y Norteamérica hayan consentido con censurable hipocresía el carácter dictatorial de los regímenes imperantes, amparándose en el siempre socorrido principio de no injerencia —tan flexiblemente aplicado por el Derecho Internacional, según los tiempos y los gobernantes—. Principio justo, sí; aunque ambiciosamente manipulado a lo largo de la Historia. Las causas de la sedición dan para otra entrega.

martes, 20 de mayo de 2014

Eterna esperanza (viejo artículo)

Ella me escribió de modo natural, aprovechando una pausa durante su guardia, reconociendo lo difícil que es en ocasiones expresar con palabras emociones y experiencias. Fue un largo texto, de liviana sintaxis, que todavía conservo y del cual echo mano con frecuencia mientras tecleo estas líneas.

Los amos de Europa (viejo artículo)

Pues eso. A ver si nos queda claro de una puñetera vez, que ya va siendo hora. Alemania, Francia y Gran Bretaña son los amos de este viejo continente llamado Europa. Hoy por hoy, al menos. Y desde hace años. Y cuando hablo de amos, lo hago en su sentido más estricto. Son quienes parten y reparten, imponen su ley, ordenan y mandan a una camarilla de países que ha de limitarse a mover la colita —sí, usía; a las órdenes de usía— y bailar al son marcado. Entre ellos, España. Faltaría más. En cuestiones de agachar la cabeza, meter el rabo entre las piernas y besar los pies de nuestro patrón, buen rollito, coleguilla, somos los primeros. Trato más que merecido, sin duda. Ganado a pulso tras veinticinco años de nefasta política exterior. Tiempo durante el cual podíamos haber aprovechado el tirón del reconocimiento internacional otorgado por la Transición para buscar nuestro lugar en Europa y el mundo. En cambio, todo quedó en una sombra. Nuestra credibilidad —fuera cual fuese— se disipó cuando la supuesta unidad se tornó en discrepancias e inconformismos internos. Cuando hemos sido incapaces de sostener entre todos la economía de un país, de coagular la herida sangrante de la emigración o de aprovechar la bonanza para invertir en investigación y desarrollo, en el futuro, en vez de procurar llenarse cada uno su bolsillo lo máximo posible. Ser productivos, eficaces y eficientes.

viernes, 9 de mayo de 2014

Historismo constitucional (IX) (artículo)

Artículo publicado hoy en surdecordoba.com:

Ciertamente, a quien suscribe se le da un ardite el resto de países terráqueos. En lo concerniente a España, pasada la segunda mitad del XIX, todavía se estilaba la costumbre medieval de reservar los más altos cargos políticos a militares de lustre. Como si la cosa gubernativa fuera una incursión, escaramuza o combate, lo cual, aquí, tampoco era ir descaminado; pero ya escribí que la española fue, y sigue siendo, una raza aparte. No era, ni es, cuestión de ingenio castrense o mano dura, sino de que cada palo que aguante su vela, cada perro se lama su cipote, líbrese quien pueda, maricón el último y Dios ya sabrá reconocer a los suyos cuando lleguen. Y la maldita costumbre se prolongó, bien lo sabemos todos, hasta las postrimerías del XX...

viernes, 2 de mayo de 2014

Presente es pasado (Galdós y epílogo) (artículo)

Artículo publicado en lucenadigital.com:


Sea ahora el turno para don Benito:
 
«La turba siempre es valiente en presencia de estos ídolos indefensos, para quienes ha sonado la hora de la caída. Tienen éstos en contra suya la fatalidad de verse abandonados de improviso por los amigos tibios, por los servidores asalariados, y hasta por los que todo lo deben al infeliz que cae; de modo que a las manos de odio, justo o injusto, se unen, para rematar la víctima, las manos de la ingratitud, el más canalla de todos los vicios»...
 

domingo, 27 de abril de 2014

"El guardián entre el centeno" (reflexión literaria)


El lector ilustrado que se aproxime por primera vez, el ánimo rebosante de honradez, a la obra más conocida y reconocida de JD Salinger, El guardián entre el centeno, se llevará una sorpresa. Que ésta sea grata o ingrata va a depender de cómo se lo tome cada uno. En todo caso, su lectura no será, ni mucho menos, la esperada. Desde las primeras líneas. Quien presuma una narración densa, una prosa cuidada y una sintaxis compleja; quien no vea llegado el momento de recrearse en la excelencia literaria, en empaparse de las virtudes del arte, en asistir a una clase magistral que siente cátedra, posiblemente quede decepcionado.

La tierra (inter)media (viejo artículo)


En ocasiones el título me lo dejan a huevo. El caso es que ya estábamos todos preocupados por aquí, pero podemos al fin respirar tranquilos. Uno, dos. Uno, dos. Inspirar, expirar. Inspirar, expirar. Pensábamos que nos quedábamos sin nuestra asignación de los Fondos de Cohesión y cundió el pánico, claro. La ansiedad se apoderó de nosotros, descontrolando a todo el personal, falto de respuesta ante el considerable percance. Ya sabíamos que eso de la ampliación europea no podía traer nada bueno. Qué se habrán creído esos países del este. No tienen dónde caerse muertos, con su política corrupta, su industria obsoleta y su agricultura subdesarrollada, y, con indigno descaro, persiguen la integración a este carnaval llamado Unión Europea no por el espíritu de afrontar con una sola voz los retos político-jurídicos y socio-económicos presentes y futuros, base de los valores históricos inspiradores de la unión en el viejo continente, mucho cuidado, sino por el falaz deseo de meter la mano en las generosas arcas europeas. Menuda desvergüenza. Como si no tuviésemos bastante con los sablazos provocados por el sueldo de los eurodiputados.

El espectador cómplice (viejo artículo)


Formo parte del selecto y cada vez más reducido cero coma cero dos por ciento de españoles que no ven los documentales de La 2. Ni siquiera para dormir la siesta. No porque dude de sus facultades soporíferas, sino porque apenas veo la televisión. Ya, con algunos informativos, tengo mi dosis diaria de tontería humana, manteniendo mi mala leche en unos niveles aceptables. Le juro que lo he intentado, varias veces. He intentado asumir su tolerancia, pues me aseguraron que su consumo habitual garantizaba un estado de placer perpetuo mediante el adormecimiento del cerebro racional. Me hablaron de un subidón, de viajes a mundos desconocidos, a vidas inalcanzables; me hablaron de quedar deslumbrado por espectáculos maravillosos, de conocer pícaros multimillonarios y vendedores de sueños imposibles.

sábado, 12 de abril de 2014

Despertando (viejo artículo)


Sentados ante una pequeña mesa en una sala de su casa, la conversación había sido breve —girando en torno a la edición y distribución de mi nueva novela, buscaba su consejo y su experiencia—. Un libro había sobre aquella mesa, solitario, aguardando, paciente, su lector. Lo tomé entre mis manos, pasé sus páginas en un rápido vistazo para detenerme, después, en el encanto de la foto de portada. Rocé con mi dedo la silueta de la joven protagonista de la misma, recreándome. «Quédatelo», me dijo con sincera naturalidad. «Léelo y ya me contarás qué te ha parecido», agregó. La invitación procedía del propio autor, Manuel Guerrero. El libro era su última obra: la colección de relatos “Para despertar”.

"Semanasantería", credos y utopías (viejo artículo)


¿Empezaría con diplomacia?... No sería posible. Ni conveniente.
 
Considerando inconstitucional el término «Mariana» del escudo de Lucena, asisto a su Semana Santa como si de un espectáculo folclórico se tratara. En alguna ocasión he escuchado la expresión «evento antropológico» para referirse a ella. A mí, particularmente, qué quiere que le diga, me vale cualquiera con la sola condición de su lejanía a una semántica religiosa. Y no es cuestión de creer o no creer —después de más de treinta años uno está inmunizado a todo; o casi—. Entiendo al ser humano como una especie espiritual. Necesita creer en algo, tanto da Dios, el buscón don Pablos o Scarlett Johansson —no es mala opción esta última—. Lo importante es tener un apoyo, una luz mostrando el camino o una razón para levantarse diariamente bien dispuesto a soportar la bazofia reservada por la vida y sutilmente aderezada por dulces momentos, ayudando a pasarla mejor por el gaznate.

sábado, 5 de abril de 2014

El Estatuto de Bayona de 1808. Parte III (ensayo)

Contenido

Tienes en tus manos un pequeño libro al que, si fueras un español de principios de 1808, despreciarías con toda la fuerza de tu patriótica alma; aún hoy el simple roce con los dedos te provoca una mezcla de sensaciones, todas ellas desagradables. Algo entre el odio, la vergüenza, la displicente humillación, el orgullo herido, el honor mancillado, la bellaca traición y la venganza sangrienta. Del libro tienes algunos datos, a saber: redactado en Bayona —Francia—, sancionado por el Rey el 6 de julio de 1808, promulgado el 8 y publicado en la Gaceta de Madrid en dos ocasiones —una entre los días 27 y 30 de julio y otra el 29 de marzo de 1809—. Su título aparece perspicuo en su portada: Constitución. Pero, no obstante la rotundidad del vocablo, te basta con leer su Preámbulo para comprender que más que constitución es una carta otorgada1 (lo de «pacto que une» etcétera, no deja lugar a dudas); así que, con acertado juicio, decides que mejor es el término estatuto, y a los villanos gabachos que les vayan dan…

El Estatuto de Bayona de 1808. Parte II (ensayo)

La Junta Nacional

El día 4 de mayo de 1808 Fernando se reafirmó en que la devolución de la Corona debía seguir las formas por él prescritas1, pero todavía no sabía nada sobre la cesión del Trono realizada por su padre. De esto y del levantamiento del día 2 se enteró esa misma noche. En la madrugada del 5 firmó dos decretos dirigidos a la Junta de Gobierno y al Consejo de Castilla para que, respectivamente, declarase la guerra a Francia y convocase Cortes Generales que «… atiendan a la defensa del reino». El día 6 se reconoció vencido y renunció al Trono; el 10 se supo cautivo de Napoleón (recibiría el castillo de Valençay y una pensión anual de cuatro millones de reales), junto con los infantes don Carlos y don Antonio, e iniciaron la marcha a Valençay. Desde Burdeos, el día 12, renunció a sus derechos como Príncipe de Asturias, renuncia a la que se sumaron los infantes que lo acompañaban.

El Estatuto de Bayona de 1808. Parte I (ensayo)

Escenario histórico

Te encuentras al sur de Francia, en el pueblo de Bayona. Rápidamente recorres sus calles sin preocuparte de lo que por ellas acontece, hechos cotidianos quizá importantes para sus protagonistas pero sin duda indiferentes para la Historia. Porque los sucesos que recordará la Historia se dan en un lujoso edificio del lugar. Edificio reconocido como palacio imperial o castillo viejo y hacia allí te diriges.

jueves, 3 de abril de 2014

Historismo constitucional (VIII) (artículo)

Artículo publicado en surdecordoba.com:

Creyó don Leopoldo (O’Donnell) que sería como Julio César, «veni, vidi, vici», y escribiría sus batallitas en tercera persona del singular. Así que empezó fuerte. Por seguir llevándole la contraria a la planificación política de Espartero, decretó que la Constitución válida era la de 1845. Mantuvo su vigencia, con unos retoques, improntas de unos deseos personales ajustados al tiro de sus cojones. Quiero decir que consiguió incorporar alguna enmienda a la Constitución sin verse obligado a darle la razón a su antecesor, y redactarla según su dictado. Se denominó «Acta Adicional», y se pegó al texto constitucional del 45 como un mal parche de refuerzo. Non vici, abreviando mucho...

 

martes, 1 de abril de 2014

Presente es pasado (prefacio y Larra) (artículo)

Artículo publicado en lucenadigital.com:

Cómo será la cosa que hace unas semanas releía uno o dos pares de artículos de don Mariano José de Larra y me decía que habrase visto, textos de casi dos siglos nos retrataban como si hubiesen sido escritos anteayer. Al poco, devoraba un simpático opúsculo editado por Rey Lear, donde se compilaban un puñado de artículos de opinión socio-política firmados por don Benito Pérez Galdós, apostillado con una selección de pasajes de sus famosos «Episodios Nacionales», dejándome la misma sensación. Además, me alegraba comprobar que muchos de esos pasajes también los había destacado yo en mi colección de la magna obra...


sábado, 29 de marzo de 2014

"El Principito" (reflexión literaria)

Los más ortodoxos en materias literarias concebirán El Principito, escrito por el francés Antoine de Saint-Exupéry, como un cuento infantil apropiado para iniciarse en la lectura. Sin embargo, este bello opúsculo habría de catalogarse como obra de obligada lectura durante la madurez, incluida la de quienes la han explotado inmisericordemente.
 
Un aviador aficionado a la pintura, una avería en pleno desierto de Sahara y, de la nada, aparece un pequeño personaje que le narrará su historia mientras trata de reparar su avión. El mero hecho de que el joven protagonista sea un extraterrestre, considerando la existencia de vida fuera de nuestro planeta, debería de apreciar su trascendencia. Luego está el amor, la amistad, la confianza, la soledad, el ayudar y cuidar de los demás, la belleza, y la vida como un instante del cual hemos de disfrutar. La importancia de lo simple, lo sencillo, aquello que terminará llenándonos de dicha. Que la felicidad plena se puede sentir contemplando la puesta de sol, un acontecimiento infravalorado que se repite sin cesar y que la Naturaleza pone a nuestra disposición gratuitamente. Que hay que gozar de las pequeñas cosas, que la experiencia de vivir no requiere de excesos materiales. Que un diminuto rincón en el Universo, al cuidado de una flor, vigilantes de los peligros naturales, intrínsecos, observando las estrellas, basta para sentirnos completos. Porque todo lo significativo, lo realmente significativo en la vida es efímero, de nada sirve apegarse a lo demás. El deseo de lo material, lo permanente, carece de valor.
 
Y el principito viaja a diversos planetas, donde conoce a otros seres, reflejo de las cualidades humanas; siempre haciendo preguntas, incapaz de comprender, sorprendido por la inclinación, el interés o la devoción hacia cuestiones que sólo conducen a la arrogancia, la vanidad, la debilidad, la ambición, la obsesión o el dominio. Cuestiones que únicamente preocupan en la edad adulta, olvidando el bienestar del decoro, el minimalismo para una dignidad sin menoscabo.
 
El Principito, sin obviar las referencias cósmicas e interplanetarias, invita a los adultos a reflexionar sobre aquello que vamos perdiendo a medida que crecemos. Nos invita a recordar la inocencia, la pureza de la infancia, todavía no contaminada por los ímpetus del tiempo y las trivialidades de las «personas grandes». Que la felicidad está en la esencia, en las pequeñas cosas de las «personas pequeñas».

viernes, 28 de marzo de 2014

Pobre generación treintañera (viejo artículo)


Tengo una amiga en la que belleza e inteligencia confluyen en una exquisita armonía. Clásica. Trabajadora incansable, pertinaz y eficiente, no solo obtuvo su licenciatura, sino que domina varios idiomas, ha dedicado siete años a preparar unas duras oposiciones y, comprobado que en eso de opositar hay más enchufes que en la sede de Endesa, continua su formación con una serie de cursos, sumando el estudio de alemán de consuno con una introducción al árabe —descubre usted que, contrariamente al abajo firmante, no se pasa las horas muertas entre escribanías—. La conocí en el instituto, hace dieciséis o diecisiete años y, aunque ya no reside en la ciudad, mantenemos el contacto, por lo cual de vez en cuando nos reunimos para actualizar cara a cara nuestra vida y obra.
 
En esto último andábamos hace pocas noches. «¿Por qué no te marchas?», le pregunto cuando llegamos a lo del alemán, mientras me llevo la bebida a los labios. Estamos en un local acogedor, sentados cerca de una luz tenue, acompañados de una música desentonada con el lugar, a la que no prestamos atención. «Fuera de España», añado, soltando el vaso. «A Francia, Reino Unido o Alemania. Con tu preparación…». Ella me mira, semblante grave, una mano en la copa y la otra asegurando su largo pelo negro que ha recogido en una coleta. «¿Por qué voy a emigrar?», replica. «Aquí está mi familia… Y ¿qué serían mis hijos? ¿Franceses o alemanes?». Aleja la mano de su pelo, depositándola sobre la mesa. Baja los ojos, fijándolos entre los dedos que empiezan a jugar, formando figuras invisibles sobre la tabla. Parece perdida en sus propias reflexiones, procurando buscar una base sólida, capaz de soportar sus propias convicciones; procede con determinación, como si yo lo necesitara, como si ella misma lo necesitara. Entonces, alza una mirada limpia, tranquila; retira un milímetro la copa, lo suficiente para no estorbar sus movimientos. «Allí siempre sería una extranjera». Lo afirma con un dejo amargo en la voz y un mohín melancólico en la comisura de los labios. Volvemos a ampararnos en un cómodo silencio, conscientes de la realidad de nuestro cochino destino, de la perra época que nos ha tocado vivir. Yo no puedo evitar orientar mi visión hacia un punto indeterminado de la calle que se ve oscura, solitaria a través de la enorme cristalera situada a la espalda de mi amiga, delante de mí, incómodo por la verdad de sus palabras, llevando a la resignación su obligada admisión; por mi propia impotencia ante su cruel situación, que es la mía. Toda una vida de trabajo y sacrificio, buscando la excelencia, creyendo que así nuestro futuro sería más provechoso, más fácil de labrar, para revelar que la ecuación no tiene solución alguna. Y no la tiene porque una de las incógnitas falla, es defectuosa en su origen: haber nacido en España. Esta España ignorante, inconsecuente, cainita, egoísta y envidiosa que escupe al intelecto a la cara y lo desprestigia con saña, arrinconándolo hasta agotarlo, obligándolo a morir o huir lejos, fuera de sus fronteras. E, históricamente indocta, lo hace generación tras generación, sin inmutarse, con jactancia perversa y un desdén chulesco y orgulloso, satisfecha de sí misma.
 
Se habla mucho del paro juvenil, el de los menores de veinticinco años; también el de los mayores de cuarenta. Sin embargo, se nos olvida. Se olvida a la generación de treintañeros. Aquellos que siguieron formándose porque, en un mercado sobrecargado de licenciados, este título era ya insuficiente. Aquellos que optaron, que optamos por unas oposiciones dignas de nuestra capacidad, sea por vocación de servicio o por estabilidad laboral. Aquellos que solo pudieron saltar de unas prácticas no remuneradas a otras, o desarrollar oficios miserables para su cualificación, previa falsedad a la baja del currículo. Aquellos que se han quedado en medio de una crisis totalmente previsible y evitable. Aquellos, en fin, que se han visto obligados a emigrar, víctimas de esta enfermedad exclusivamente española, la cual se reproduce en la progenie nacional como un cáncer incurable, dejando el territorio huérfano del conocimiento imprescindible para su crecimiento.
 
Unas adolescentes irrumpen en el local. Llevan móviles con cámara y los flashes rompen por instantes el claroscuro del interior. Se fotografían, felices, ingenuas, ignaras como ellas mismas. Una pareja pasea abrazada por la calle. Los sigo por la cristalera. A mi altura, se detienen y se besan. Es un beso suave, corto, en los labios; después, prosiguen su camino sin separarse. La noche es cada vez más profunda, ensombreciendo nuestros pálidos semblantes. De nuevo dentro, la música es absurda, detestable. Molesta el cómplice mutismo. De repente, ella amaga un movimiento que atrae mi atención. Se ha retirado de mí, sus ojos color almendra, grandes, brillantes, clavados en los míos, desafiante; su pose se muestra cargada de confianza. En ese momento suelta una frase que resume su propia vida, su manera de ser, de pensar y de actuar: «Además, nadie va a echarme de mi país». Habla en serio, lo sé. Irreductible. Hasta sus últimas consecuencias. Quizá por ello respaldo su rotunda confesión con media sonrisa y un movimiento de cabeza.
 
A partir de ahí, la conversación decrece hasta desaparecer. No es necesario añadir nada más, nos lo hemos dicho todo. Un futuro incierto, y poco agradable, nos espera. Familiar lucidez ésta.
 
surdecordoba.com, 5 de marzo de 2011.

Ser pensador (viejo artículo)


Hace unas semanas, por motivos que no vienen al caso, me vi en la necesidad de leer la ficha biográfica de un individuo. Ficha autobiográfica, para ser más exactos. Tras plantar la foto y el nombre, antes de indicar su lugar y fecha de nacimiento, el tal recogía una lista integrada por una serie de ocupaciones. Cuatro o cinco, ejercidas simultáneamente, según entendí, pues no se fijaban en periodos temporales. El número y variedad de su actividad laboral no me llamó demasiado la atención, sin embargo. En estos tiempos de grave crisis, el pluriempleo es, más que un arte, una obligación. Lo que atrajo mi atención —si atendemos a que toda lista se elabora siguiendo un orden lógico decreciente— fue el primero de dichos oficios: pensador. Así, sin calificativo ni especialidad, seguido de coma y de la tarea de segunda categoría. Total, el figura era, ante todo y sobre todo, pensador. ¡Toma ya! Imagínese usted mi sorpresa. Me rasco la sien y la coronilla, cual mono. Apoyo la barbilla en una mano y el codo en la contraria, al abdomen. Miro a izquierda y derecha. Masajeo el mentón. Niego varias veces. Me retrepo en el asiento y elevo mirada al techo. Nada. Pero, ¿qué diablos era aquello de pensador? La cuestión no era, ciertamente, baladí. Era una salida profesional a tener en cuenta —si estaba capacitado para ello, claro— y, hasta el momento, de los miles de anuncios de empleo leídos ninguno se destacaba con algo así como Se solicita pensador cualificado. Solo tardes. Absténganse vagos y maleantes o Se ofrece pensador a tiempo completo. Vehículo propio. Me habría percatado, supongo. Concienzudamente, repasé la maldita ficha con la esperanza de que acreditara, al menos, una licenciatura en Pensadorología por la Universidad Carlos III. Iluso de mí, no hallé nada parecido, ni un curso de seis créditos siquiera. Ante tal extremo, decidí aplicar un poco de orden a la investigación.
 
En primer lugar, urgía concretar la definición. Eché mano, entonces, del diccionario de la Real Academia. «Pensador1, ra». «De pensar1», lo cual era ya una orientación. Como primera acepción, se recogía: «Que piensa», esto es, se da la acción y efecto de pensar; «imaginar, considerar, discurrir»; o bien, «reflexionar, examinar con cuidado algo para formar un dictamen», por alusiones. Que no se deja llevar por los impulsos o instintos, recurriendo al raciocinio, vamos. Lo que venía a ser un humano. De nuevo acudí a la foto, observé los rasgos andrógenos del sujeto. Por ser genérica en demasía, la acepción no servía a mis objetivos. La segunda: «Que piensa, medita o razona con intensidad o eficacia». ¿En un español? Absolutamente descartado. Esencialmente, si el asunto implicaba la eficacia. Imposible, y punto. Entender así el adjetivo vendría dado para naturales del extranjero, sin duda. La última acepción, por contra, tratando un oficio, era la más interesante. Considerado ahora el lema como sustantivo: «Persona que se dedica a estudios muy elevados y profundiza mucho en ellos». Demasiado magisterio, consideré. Mínimo, el fulano debiera ser un Sócrates y, sinceramente, el currículo no daba para tanto.
 
«Que en mi vida me he visto en tanto aprieto», como escribiera Lope. Terminado el artículo no encontré solución para la incógnita. Pese a, seguidamente, aparecía un segundo lema en el diccionario. «Pensador2». De pensar2. Y solo con iniciar la lectura de la acepción de este sustantivo, recuperé el ánimo. «En los cortijos de Andalucía», rezaba el diccionario, «mozo encargado de dar los piensos al ganado de labor». Profesión nobilísima, faltaría más. Descartado todo lo demás, comprobada la situación espacial, la conclusión era evidente: mi hombre era un pensador2. Dedicado a echarle de comer a las referidas bestias, o sea. Lo cual, con una adecuada distribución horaria, no era incompatible con sus restantes ocupaciones.
 
Definida la actividad, era saludable enmarcarla dentro del régimen de la Seguridad Social, por aquello de cumplir como señores las obligaciones impositivas, ya me entiende; amén de garantizar derechos y proteger la salud ante la opresión del cacique de turno. Consultada la lista, obvio el especial de autónomos, podría valer el especial agrario —un tanto forzado— o el general. Todo dependería del gusto o situación de cada cual.
 
En este punto di por finalizada la investigación, un tanto más tranquilo, conociendo los detalles. Si usted siente curiosidad —o desesperación—, le sugiero, a modo de paso previo, que desarrolle un estudio de mercado, incluyendo inversión en aprendizaje, balanza de oferta-demanda y expansión fuera de los límites autonómicos. El andaluz podrá aspirar a ser pensador2, el resto de españoles, tampoco pudiendo alcanzar el lema uno, tendrá que buscarse la vida.
 
lucenadigital.com, 23 de febrero de 2011.

domingo, 16 de marzo de 2014

La oportunidad perdida (viejo artículo)


A Manolo Guerrero y Manolo García
 
La ciudad de Lucena ha vuelto a perder la oportunidad de otorgar el debido reconocimiento a uno de sus hijos más ilustres. El nombre de Francisco Hurtado Izquierdo era uno de los candidatos para designar un nuevo centro educativo en la localidad, optándose finalmente por el lúcido y previsible de Sierra de Aras. Aplaudido hubiera sido el de Leonardo Antonio de Castro. Y mucho más previsible, no obstante, el de Virgen de Araceli; aunque, por desgracia para los responsables de la designación… perdón… para las personas con responsabilidad en la designación, ya estaba cogido —que en esta ciudad tendemos a suplir con devoción la evidente sequia de ingenio.
 
Siguiendo esta línea, descartada la onomástica patronal, imagine usted el proceso. Restarían, creo, como opciones, bien la de Aras, denominación demasiado corta y ambigua; además, existen unas oficinas con tal nombre. Bien la opción de Santuario de Aras, con mayor enjundia; sin embargo, el largo paseo entre ambos puntos llevaría a rechazar la misma, considerable la distancia —por supuesto, la cuestión de una denominación religiosa para un centro público en una ciudad donde el término «Mariana» aparece en el lema de su escudo no sería ni siquiera expuesto como causa de exclusión—. Por último, quedaría la de Lucena. Ante ésta, considere la obviedad, sin olvidar el insulto auditivo de la redundancia: I. E. S. Lucena de Lucena. Vamos, impropio entre culteranos. Quedémonos, pues, con Sierra de Aras, englobando todas las corrientes, no ofendiendo a la moral, eludiendo ideologías e intimando con la Geografía. Colguémonos una medalla, nos la hemos ganado.
 
Retorno al origen: Francisco Hurtado Izquierdo. No seré yo quien relate las excelencias curriculares del maestro arquitecto, labor loablemente culminada por otros —algunos también a través de Sur de Córdoba—, mas nadie es profeta en su tierra. O casi nadie. Frente a una calle, mejor suerte tuvo Juan de Aréjula, con calle y centro educativo; o Luis Barahona de Soto, con calle céntrica, colegio y, de regalo, busto en llanete, quizá, ya que igualmente pasó la mayor parte de su vida fuera de Lucena, porque su obra se menciona en el catálogo bibliográfico de Alonso Quijano.
 
Por cierto, aprovecho la referencia a don Miguel de Cervantes para comentar un caso anterior de originalidad lucenesa. Personalmente, puntualizando, Cervantes se merece todos los homenajes que existan, faltaría más. Al margen, su obra es universal, su imagen circula diariamente por la zona euro, su nombre titula cien mil centros educativos —más o menos; sin contar las sedes del Instituto repartidas por el planeta—… y nosotros no seríamos menos. Cursé los estudios de egebé en el antaño conocido como Carrero Blanco, pasando más tarde a llamarse Polideportivo o El Poli —en verdad, tampoco se quebraron la testa, guiándose por meros criterios de ubicuidad; añadiendo en mi defensa que poca conciencia tenía yo de estos asuntos por entonces—. En una época en la cual el doble turno era prácticamente diario, el centro era un segundo hogar, y maestros y compañeros, más que educadores y amigos, eran familiares queridos. He perdido el contacto con todos, aunque de todos guardo un cariñoso recuerdo. Me hubiese gustado que conservara su precedente y constitucional nombre, o que, puestos a cambiarlo cuando se transformó en I. E. S., al menos, no le colgaran el de Miguel de Cervantes. Que hubieran elegido pensando en un modelo próximo a los futuros alumnos —a sabiendas de que pedir eso de pensar sería cruelmente abusivo—. El de un conspicuo lucentino. Como los anteriormente mencionados, por ejemplo.
 
En fin, Lucena, todavía integrada en este conjunto históricamente analfabeto, chapucero y envidioso que damos en llamar España, es fiel a su propia naturaleza primigenia. Olvidando a los suyos, destierra su propia existencia, fomenta la ignorancia y condena su credibilidad. Por ello dedico este primer artículo en Sur de Córdoba al poeta Manuel Guerrero, al historiador del arte Manuel García y a todos aquellos que han luchado, y hoy aún luchan, contra esta execrable tendencia a renegar de las mentes preclaras, de los hijos insignes.
 
Al cierre, me planteo cuántas oportunidades se perdieron, y cuántas se perderán. Medito si La enésima oportunidad perdida no sería mejor título para este artículo.
 
surdecordoba.com, 22 de febrero de 2011.

sábado, 8 de marzo de 2014

Saldar las cuentas (reflexión cinematográfica)

Toda entrega de premios nos deja un resquemor. Nos decepciona, en cierta medida. Quizá porque no esperamos que una colectividad pueda errar en su criterio de valoración —por cuestión de mayorías—. Quizá porque no aceptamos que los errados somos nosotros. Nos sentimos frustrados, en definitiva, cuando no se cumplen nuestras expectativas, o cuando se cumplen, contradiciendo nuestros deseos.
 
Sobre la entrega de los Óscar 2014 ya han corrido ríos de tinta y metraje de reportajes. Sin duda, todos los nominados merecían el galardón; pero, dentro del merecimiento, unos lo merecían más que otros. Es el caso del Óscar a mejor película. Entre las nueve nominaciones, «Gravity» y «El lobo de Wall Street» merecían el premio por encima de las demás. Verdad que la elección de mejor película es la más compleja, porque implica evaluar la obra en su conjunto, y, aunque éste es el resultado de sumar cada una de sus individualidades, lo que vale es el todo, en una suerte de equilibrio o compensación. Y ese todo sólo es apreciable en los dos títulos mencionados. El resto destaca por contener uno, dos, cuatro elementos individuales dignos de reconocimiento; y para tal fin están las correspondientes categorías: actor, actriz, guión, fotografía…
 
«12 años de esclavitud» es una gran película, sin embargo adolece de detalles que hacen rechinar los dientes al más amable cinéfilo, obligándole a alimentar la idea de que su Óscar como mejor película sea consecuencia de un complejo de culpa por el pasado esclavista del país. Que su director no sea el mejor director, que su actor protagonista no sea el mejor actor (dos de los tres pilares básicos, junto con el guión, de una película), puede pasar. No sería la primera vez, ni será la última. Pero ese número de saltos entre escenas sin solución de continuidad, esa bochornosa y patética —pese a su justificación— intervención estelar de Brad Pitt, esos estereotipos sureños —que tanto recuerdan a los estereotipos de los nacionales de nuestras películas sobre la Guerra Civil—, esa moral de mojigata impotencia en plan somos buenos, mas no responsables del lugar donde nacimos, esos suspiros antiesclavistas recubiertos con empalagosos modos políticamente correctos.
 
El septuagenario Martin Scorsese ha compilado en «El lobo de Wall Street» todo el cine realizado hasta ahora, ha guiado con sabiduría una narración de ritmo frenético, dinamismo insuperable, sin sofocar al espectador, ha plasmado a los personajes hasta la personificación —en ocasiones, parecerán caricaturizados—, ha extraído de los actores la máxima expresión de sus dotes interpretativas, ha conseguido, en fin, que el espectador envidie una vida de excesos autodestructivos, aunque la escenificación nos recuerde a veces a «Uno de los nuestros».
 
El mejicano Alfonso Cuarón ha demostrado lo que se puede hacer con dos actores, una pantalla verde, un brazo mecánico giratorio, una magistral imaginación y un admirable ingenio, acreditando sus excepcionales cualidades de dirección y presentando una obra de singular belleza visual, insólita trama dentro de una peculiar simpleza y tensión permanente.
 
En la noche de los Óscar 2014, Estados Unidos ha querido saldar cuentas con su historia. Aun pareciéndome un gesto estupendo —están en su legítimo derecho—, al menos que sepan que nos hemos percatado.